Por: María Fernanda Correa
Esta fecha hace alusión al triunfo conseguido en honor a los derechos de los menores de edad, después de una década de negociaciones en todo el mundo, y que culminó con un acuerdo en la Convención sobre los derechos del niño en 1989. Como lo indica la Organización de Naciones Unidas, este día recuerda que todos los niños y niñas tienen derecho a la salud, la educación y la protección sin discriminar el lugar en el mundo donde hayan nacido.
A pesar de esto, aunque sea un día especial y su principal significado sea la lucha por el reconocimiento de la infancia, algunas veces parece que hemos dejado de lado el valor y el amor por nuestros niños. Las cifras nos lo cuentan. En el 2020, en el país se abrieron más de 24.000 procesos administrativos de restablecimiento de derechos de menores, según el ICBF, es decir, son procesos donde se pone de manifiesto que los derechos de algún menor están siendo vulnerados, que el ser feliz y crecer con todas las oportunidades no representa una prioridad para algunos adultos en su entorno.
Son cifras que alarman y que si bien, nos permiten cuestionar sobre el regalo que diariamente se le hace a la infancia nos lleva a pensar ¿Valoramos sus vidas? ¿respetamos sus derechos? ¿Cuál es el regalo que queremos darles? Los pequeños representan los sueños, son la esperanza del mundo y la promesa del futuro, así que, el respeto por sus derechos debería conmemorarse todos los días, y el 24 de abril debería ser un recordatorio de esta realidad y estos hechos, no solo un día para celebrar.