Por: María Paula Navarrete
Con muchos sueños por delante, Vanessa es una mujer de 22 años que desde sus 15 años, ha sido parte de AlasCinco y gracias al acompañamiento de la organización, pudo adquirir experiencia laboral, que no solo le ayudo a enriquecerse como persona sino también a construir las bases para crecer profesionalmente.
Su historia empieza en el año 2012 cuando llega a vivir a la comuna 4 de Altos de Cazucá en Soacha, con su mamá Cielo. Sin conocidos o alguna clase de auxilio económico, la situación no parecía estar muy bien, sin embargo, esta empieza a cambiar al ser vinculadas a un proyecto de responsabilidad social corporativa denominado “comedores solidarios” que pertenecía al grupo Interbolsa. Dicho programa tenia como propósito mejorar las condiciones nutricionales de los niños que habitaban en la comuna 4.
Después de unos años, la liquidación del grupo Interbolsa llevo a poner fin al proyecto social, sin embargo, cuando este cerraba sus puertas, de la mano de Mariana García fundadora de AlasCinco, otro nacía para ofrecer nuevas oportunidades. Tanto Vanessa como su mamá Cielo participaron en la creación de AlasCinco. Vanessa, hacía parte del “Programa Espacios Seguros en Jornadas Alternas”, donde recibía alimentación y apoyo psicosocial y por otro lado su mamá Cielo, ayudaba a la preparación de los alimentos en el programa nutricional.Vanessa empieza a tener acompañamiento diario con profesores que la ayudaban con las tareas y a mejorar su rendimiento hasta que se graduó de grado once y cumplió los 17 años. Al ser todavía menor de edad y con la ayuda de AlasCinco, inicio en un programa piloto de incorporación laboral y acompañamiento en la empresa Bpm Consulting sas, con la que empezó a trabajar en la mañana y durante la noche desarrollaba un estudio técnico en el SENA.
Vanessa recuerda que el apoyo de la fundación durante todo ese proceso fue indispensable para que ella continuara de forma paralela con su trabajo y los estudios que se encontraba desarrollando, dado que no eran una tarea fácil. Todos los días se levantaba a las tres y media de la mañana para poder llegar a las seis al trabajo.Recuerda, entre risas, que no le gustaba madrugar pero lo hacía de todas formas ya que para ella, la puntualidad es una característica que todos deberían tener. Una vez arreglada para irse al trabajo, se iba a caminando a tres esquinas, una cuadra de Altos de Cazucá donde tomaba el alimentador que la dejaba en la estación del Tunal y luego un Transmilenio hasta Prado Veraniego, lugar donde estaba ubicada la empresa en la que trabajaba. Luego de su jornada de laboral, regresaba a su casa a preparar todas las cosas que requería para ir a estudiar, dado que su jornada de estudios era de seis de la tarde a diez de la noche. Ella llegaba casi a la medía noche a su casa, a realizar las tareas pendientes y a prepararse para iniciar un nuevo día de trabajo y estudio.
Vanessa repitió esta rutina por dos años aproximadamente hasta sus cumplir veinte años, en ese momento el contrato con la empresa llegó a su fin. En la actualidad continua estudiando, tiene un hijo y se encuentra estudiando otro tecnólogo y así enriquecer su carrera profesional.
Relatos como el de Vanessa se pueden escuchar de aquellos niños que empezaron en AlasCinco desde pequeños y han aprovechando el acompañamiento brindado, tanto en nutrición balanceada, como la formación para el trabajo y la vida, una oportunidad para crecer como personas y poder cumplir sus sueños, cambiando sus realidades, con empeño, disciplina y pasión por lo que hacen.