Por: María Paula Navarrete
Para que nuestra granola artesanal se pueda hacer y pueda llegarle a todos nuestros espantadores, es necesario contar con la panela, ya que es uno de los ingredientes más importantes. Además de que la producción de la granola ayuda a la auto-sostenibilidad de la fundación, miles de personas se ven beneficiadas por ello. Con el paso de los años, no solo hemos contribuido al agro con esta producción, sino que, además, hemos reducido el indicador de desplazamiento de poblaciones que se encargan de la producción de la panela.
Un ejemplo de las personas que han sido desplazadas y hoy la fundación ayuda es Nancy, una mujer que nació en Samaná, Caldas. Este municipio es una región que siempre ha estado marcada por la violencia, las desapariciones forzadas y más situaciones inhumanas a del conflicto armado. Sin embargo y pese a la situación que se vive ahí, a Nancy eso no le impidió querer una mejor calidad de vida para ella y su familia.
Vivir en Samaná no fue una tarea fácil, ya que al ser una zona donde la guerrilla estaba presente todo el tiempo, la convivencia no era agradable. Había ocasiones en las que personas pertenecientes a grupos armados se dedicaban a intimidar a las personas del municipio, incluidas ella y su familia. Un día, absorta de toda la situación que la rodeaba a ella y a sus dos hijas, decidió ir a la Alcaldía de Caldás para que la certificaran como persona en condición de desplazamiento forzado y así poder empezar de cero lejos del municipio. Así fue, como hace 17 años, llegó a Bogotá.
Hace cinco años que vive en Altos de Cazucá, Soacha y dedica al reciclaje con su esposo y a vender la panela que su papá produce a la fundación y a las personas que desean comprarle.
En Samaná, Caldas, el proceso de producción de la panela inicia con dos personas cortando la caña y después, entre cuatro trabajadores, la muelen a base de fuego para dejarla lista para su distribución. De esa forma, cada quince días, Nancy se pone en contacto con su padre para cuadrar el monto de panela que necesita para esa semana y de esa forma, saber qué cantidad va a venderle a la fundación.
Por lo general, la panela la bajan de Samaná los sábados y con ayuda de un conocido, la suben a un camión para que, durante la semana siguiente, llegue a Bogotá. Una vez la panela se encuentra en Altos de Cazucá, Nancy se comunica con Mariana, directora de la fundación, para empezar el proceso de venta.
Para Nancy, hacer parte de AlasCinco es una de las cosas que más la enorgullece y, además, se encuentra eternamente agradecida porque la fundación la ha ayudado tanto a ella como a su familia, con la generación de empleo y el apoyo a su hijo. Actualmente está casada con Oscar Fino, persona que también es miembro de la fundación y contribuye con las labores de reciclaje y juntos tienen un hijo, que gracias al esfuerzo del trabajo de sus padres y al apoyo que AlasCinco les otorga.
Además de ayudar a que varias personas desarrollen sus proyectos de vida para salir adelante, desde AlasCinco contribuimos a la producción del agro de zonas de conflicto con acciones tan pequeñas como lo es la compra de la panela que vende Nancy. Para nosotros es importante generar un cambio siempre y cuando sea de parte y parte y esa una de las razones que nos motiva día a día a seguir haciendo lo que hacemos.