Por: Andrés Felipe Fonseca

En el marco del Día Internacional para al Prevención de la explotación del medio ambiente en la guerra y los conflictos armados que se resalta durante el mes de noviembre por parte de la Organización de Naciones Unidas, es posible reflexionar acerca del daño que generamos indirectamente para satisfacer nuestros propios intereses.

Los recursos naturales con los que disponemos nos suelen parecer inagotables, pero la tendencia actual ha demostrado que sus efectos son más notorios de lo que pensamos. Tan solo en nuestro país podemos ver de primera mano la disminución de los niveles de agua en los cuerpos hídricos, la erosión del suelo a causa de la deforestación y las variaciones constantes del clima en distintas regiones.

Sin embargo, esta también puede ser una oportunidad para trabajar a favor del medio ambiente.

Si bien es necesario que como humanos dependamos de los recursos naturales para subsistir, el momento histórico en el que nos encontramos demuestra la rapidez de la evolución tecnológica en poco menos de un siglo. Basta con ser conscientes de esta problemática para poder empezar a generar pequeños cambios en esta paradójica guerra que libramos con la naturaleza.

Las maneras comunes ya las conocemos: reducir el consumo de productos contaminantes, reciclar los materiales que permitan interrumpir la cadena de producción y reutilizar elementos que faciliten su uso. Así mismo, una manera de apoyar aún más a levantar la bandera blanca en este conflicto es promover espacios en los que se puedan proponer nuevas alternativas para la adecuación de energías renovables en nuestros territorios.

Sabemos que estas soluciones pueden parecer obvias, pero construyen significativamente en el cambio que esperamos como sociedad.

¿Están listos para levantar la bandera blanca?